domingo, 1 de junio de 2014

Diario de poesía. "Pepe Utrera, después"



Traemos hoy a este blog otra muestra singular de la obra de Miguel Ángel Andés. La imagen que encabeza esta entrada es una copia, que apareció entre otros documentos, de una de las carátulas de los casetes que él mismo denominó "productos" de su "Diario de poesía". El contenido manuscrito es digno de comentar. El título, las dos listas de "personajes" y "amistades", la nota de la parte superior derecha, el precio..., todo parece encerrar episodios de la vida de Miguel, los cuales desconocemos en su mayor parte. Y es por esto que voy a contar otra historia, que también guarda relación con estos casetes.

Recuerdo que a finales de los 80 Maite y yo íbamos de vez en cuando a visitar a mi abuela a su casa de la calle Caravaca. Allí estaba muchas veces mi tío, con su radiocasete de doble pletina, rodeado de libros y papeles, leyendo poemas y escuchando música clásica. Siempre me acordaré de una de esas tardes en las que, hablando de temas diversos, salió a relucir el local de Sésamo y su piano..., y la canción "Alfonsina y el mar",  aquella inmortalizada por Mercedes Sosa. No sé ahora si Pepe Utrera era el pianista que la tocaba cuando Maite y yo íbamos por allí con otros amigos. El caso es que aquella tarde mi mujer, que tiene una memoria prodigiosa para la poesía, las canciones, las zarzuelas..., comenzó a recitar y cantar con Miguel. Las horas se pasaron volando. Miguel nos grabó en algunos momentos, entre los que recuerdo aquella preciosa y triste canción cantada por Maite que quedó en una de esas cintas de casete. 
Luego, supimos que Miguel comenzó a vender aquellos casetes a familiares y amistades, y en sus cuadernos personales a partir del año 90 aparecen anotaciones de ello. Sé que conservo alguna de esas cintas en una caja con cosas de Miguel que todavía no he abierto. La sorpresa ha sido cuando Guillermo, del que ya hemos hablado en este blog, nos escribe diciendo que ha estado escuchando uno de esos "Diarios de poesía" y transcribiendo parte de su contenido. ¡Y qué casualidad! La cinta en cuestión es la de esta carátula. Nos ha mandado algunos poemas inéditos. Su tono es completamente distinto a la otra poesía de Miguel que conocemos, la tristeza por la muerte de su amigo parece más prosa poética. He aquí dos muestras:


Abril 1990, en Sésamo.


Poema cuatro


Es tiempo de existir, es tiempo de morir. Tus latidos chopinescos ausentan un instante, un extraño existir que llevamos todos consigo, un existir de tiempo que renace en cuerpos venideros y un existir que se prolonga diariamente en las curvas de nuestra fatigada existencia, en las curvas musicales inclinadas dichosamente a la tristeza. Es tiempo de existir, es tiempo de morir. Lentamente tus ecos chopinescos, mientras las hojas muertas revolotean sin cesar nuestra fatigada melancolía.





Noviembre 1991, Plaza de Santa Ana.


Pepe Utrera, después


Ya no se oye el piano, ya no se escuchan tus dedos de París, ya no se vislumbran tus amigas enamoradas, ya se fue para siempre Valentina del clamor de París, y también se fueron los espectros de tu música, se fue la crueldad.
El otoño oscuro lo envuelve todo y los encuentros reales del amor perdido. Lo deja todo lentamente construido, lo deja todo lentamente amortecido. 


Contacto: amarneciendo@gmail.com

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