martes, 11 de febrero de 2014

Cuaderno 30 "muchachas"





Aquí está lo prometido: un cuaderno completo. Hemos elegido uno de los que solo contiene dibujos, el número 30. Ya conté que esta serie de "Muchachas" es, quizás, la más larga de toda la obra de Miguel Ángel, con más de mil dibujos, similares pero todos distintos entre sí. Son dibujos, a lápiz o bolígrafo, de cabezas femeninas, sobre todo, aunque a veces también aparecen trazos de la parte superior del cuerpo. En este cuaderno abundan los rostros de perfil y algunos peinados adornados con tocados. 

(En la obra gráfica de Miguel Ángel Andés, hay otras series, a las que él mismo dio nombre: "cósmicos", "peces"... Además, muchos otros de sus cuadros y dibujos también pueden ser catalogados en series. Aunque en la mayoría no aparezca ninguna anotación del artista, podemos fácilmente ponerles nombres: "senos", "fetos", "células", "caras"...)

No tenemos claro si estos rostros de muchachas corresponden a mujeres reales, pero en algunas páginas aparecen pensamientos, o subtítulos, donde Miguel manifiesta que esa cara "se parece" a alguien conocido o familiar. No creemos que nadie posara para él.  Suponemos que todos estos dibujos son meras recreaciones de chicas con las que se cruzaba en sus paseos por las calles de Madrid, o en alguna cafetería conocida de aquella época: el Gijón, La Veneciana, el Lyon... Si no miente en las fechas, este cuaderno lo completó en doce días, del 10 al 22 de septiembre de 1982. 

En aquel tiempo, Miguel ya vivía en el que él mismo llamó su "estudio de Caravaca", pero que realmente era la casa de su madre, mi abuela Saturnina, ya viuda, pues mi abuelo había muerto tres años antes. Y fue en esa misma época, a partir de los ochenta, cuando empecé a visitarle con Maite, mi mujer y mi novia ya en aquel entonces. Estamos casi seguros de que trabajaba siempre denoche, pues nunca le vimos pintar y menos dibujar en estos cuadernos. Es más, tuvieron que pasar unos cuantos años hasta que, por fin, un día Miguel se decidiera a enseñarnos sus cuadros en el enorme cuarto, de techos altísimos, de aquel piso del barrio de Lavapiés. 

Debió de ser la primavera del 84 o del 85. Aquella tarde Miguel nos abrió su habitación y nos sentó en su cama. Nos acomodamos como en un teatro, y empezó a sacar cuadros. Nos mostró muchos, que fue comentando uno a uno. Todos eran óleos en tablas de 60x90. Con el primero nos quedamos boquiabiertos, y así estuvimos unas cuantas horas, escuchando y contemplando. Ese día me enamoré de su obra.

Contacto: amarneciendo@gmail.com

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