Traemos
hoy a Amarneciendo algo que prometimos y de lo que ya hemos hablado e, incluso,
compartido en cierta medida. Me refiero a la voz de nuestro artista y a
su "laboratorio de poesía". En el vídeo del post del pasado 29 de diciembre,
con el que celebrábamos el aniversario de este nuestro blog, podéis
escucharnos, a familiares y amigos, recitar algunos de sus poemas, pero
también al mismísimo Miguel Ángel. Buscad un rato para disfrutarlo.
Aquel
vídeo fue el precioso resultado del fino y espectacular trabajo de
Antonio, el marido de Rita, nuestro técnico de vídeo y sonido. En aquel
entonces, Antonio solo contaba con una de las cintas de casete del
laboratorio de Miguel, cuya carátula os mostramos hace poco en este otro post,
en el cual compartimos una semblanza de Miguel como artista. Allí
decíamos que, en sus últimos años, nuestro poeta y pintor había montado
su particular "laboratorio de poesía", un laboratorio que,
principalmente, consistía en la grabación de veladas literarias con
amigos y familiares de aquella época (1990-1994) celebradas, casi
siempre en casa de mi abuela Saturnina, o lo que es lo mismo, el estudio
de la calle Caravaca, unas veladas que Miguel dirigía y en las que
conseguía hacer leer, declamar, recitar, cantar... a sus invitados.
Yo había perdido la pista de algunas de esas cintas y fue
en la pasada exposición de febrero cuando mi tío Carlos, el hermano pequeño de Miguel, nos dio la sorpresa cuando apareció con cuatro
cintas más. Ha sido un disfrute escucharlas y no podemos dejar de
agradecer a Antonio la enorme labor realizada al salvaguardar
digitalmente esta parte tan interesante del legado de Miguel Ángel
Andés.
El
audio de este enlace, corresponde a un breve extracto de una de esas
cintas titulada "Conversación literaria", en la que los protagonistas
somos mi tío Miguel, mi abuela Saturnina, mi mujer Maite y un servidor.
Tal como podéis apreciar en la imagen que encabeza este post, corría
octubre de 1991 y Maite y yo debimos de aparecer por la calle Caravaca
para hacer una visita a mi abuela. La cinta contiene una grabación de
casi una hora en la que estamos los cuatro de sobremesa charlando sobre
temas diversos. Realmente, a mi abuela se la escucha zascandilear por la
casa llevando y trayendo platos, ofreciéndonos cafés y comida para
llevar. Con todo, algunas de sus intervenciones en la conversación son
geniales. Durante esa hora (o algo más, pues se aprecia alguna parada),
mi tío hizo cantar a Maite dos veces la canción de Alfonsina y el mar,
sorprendido de que mi querida y portentosa Maite se la supiera de
memoria. Añadía que Pepe Utrera, su amigo de aquel entonces, tocaba esta
canción de forma maravillosa al piano de Las Cuevas de Sésamo, donde ya
hemos contado que se reunía con otros artistas y escritores, pero que
no habían conseguido la letra entera. En aquella época, no contábamos
todavía con el ordenador ni el móvil para buscar información y eran los
libros nuestra fuente fundamental. En esta misma cinta se me puede oír
también a mí cantando y recitando poemas de Labordeta y Benedetti. Hay
momentos en los que nos poníamos a divagar sobre el origen de algunos
poemas que Maite se sabía por su abuela. Miguel quería conocer los
detalles de un extenso cuento en verso que Maite también recita y que
agradó sobremanera a mi tío a la vez que dudaba si era castizo o
arcaico. Hay muchas otras historias en esta cinta, pero quizás el
momento más espectacular es el que traemos en el siguiente enlace,
cuando Miguel Ángel recita, mitad en italiano y mitad en castellano, el
famoso poema de Giacomo Leopardi, El infinito:
Como
veis, nuestras risas apagan la de Miguel, que no cesaba de hablar e
inquirirnos con sus preguntas pidiendo nuestra opinión sobre algunos
poetas, pero también diciéndonos que teníamos que poner más sentimiento a
la hora de leer poesía en voz alta. Acto seguido compara a Machado con
Leopardi y nos deja clara su predilección por el poeta romántico
italiano, el cual por cierto tenía una visión del mundo que creemos que
influyó poderosamente en nuestro artista.
La otra gran sorpresa de estas cintas es que en una de ellas Miguel afirma que es la número veintisiete. Sabemos que mi tío hacía copias que luego vendía a las protagonistas y a más gente, pero, de momento, contamos solo con cinco. ¿Qué habrá sido de las otras? Sería un enorme placer contactar con algún poseedor de alguna de estas perlas del legado de Miguel Ángel Andés.
Contacto: amarneciendo@gmail.com
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