martes, 4 de marzo de 2014
Amarneciendo (XXXIII)
XXXIII
A través de los verdugos de la sangre
la tarde desciende
desplegada quimera.
No soy. No estoy.
Yo era la verdadera presencia
en las jamaseantes mañanas
de los profundos pueblos,
sus habitantes,
estares domingueros,
quehaceres
que estática aurora
invitándose a sí misma,
cuerpos de carne y luz acariciantes.
A través de los verdugos de la sangre
la tarde permanece
su imposible sueño:
Agosteándome esplendores sin nadie
el amor perdido
las palabras sin sonido ni sentido.
Óleo: Miguel Ángel Andés
Poema: Miguel Ángel Andés ( Amarneciendo 1978)
Contacto: amarneciendo@gmail.com
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